sábado, 29 de junio de 2013

Muy a pesar de eso

Por: Inés López*
Desde inicios de febrero cuando sucedió el percance, evite caminar sobre esa banqueta. Seguramente recuerdan el caso de Eduard Giovanni Cifuentes Pérez, el motorista que pereció quemado junto a su motocicleta, cuando otro individuo le disparó al tanque de gasolina de su moto (supuestamente había asaltado minutos antes). 

Mal inicio
Recuerdo que ese día fue bastante accidentado llegar a la oficina, abordé el transmetro en una estación diferente a la de siempre, hasta hoy no recuerdo bien por qué fue que la estación donde siempre abordo estuvo cerrada. Caminé varias cuadras para abordar. Mientras realizaba el recorrido ya en el transmetro, y revisando mi celular, me di cuenta que el señor Amilcar Montejo a través de su tuiter, informaba que cierta calle de la zona 9 estaba cerrada, debido a un accidente. Finalmente, cuando llegue a la estación donde siempre desabordo, me topé con que la calle que el señor Montejo mencionaba en su tuit, era la calle por la que siempre camino rumbo a la oficina.
 ¡Despierta, es aquí y ahora!
Y de pronto me vi inmersa entre el tumulto de gente, ambulancias, vehículos del Ministerio Público, Policía Nacional Civil y periodistas. Sí, estaba dentro de la escena del crimen, me desperté (hasta ese momento iba despierta pero dormida, esto sucedió tipo 7-7:30 de la mañana); cuando un agente de la PNC me dijo “¿Y usté qué está haciendo aquí, no vio la cinta amarilla?” No supe qué contestar, miré a un lado y al otro, y me percaté que en mi afán de llegar pronto, ignoré varias cosas (sinceramente, todavía iba dormida). Al igual que yo, más de una persona, que no era “de la foto” estaba donde no tenía que estar.

La irresponsabilidad de solo tener un celular
Seguí las indicaciones del oficial para salir de la escena del crimen y, entonces me di cuenta cuán metida estaba. A unos cuatro metros frente a mí, yacía el cuerpo carbonizado, casi sobre él, una docena de fotógrafos (entre periodistas y transeúntes) nadie quería perder detalle del suceso. Diez minutos después, las redes sociales lucían cual concierto de estrellas, los diferentes videos que los compatriotas se había dedicado a compartir de semejante atrocidad.

No hay respeto por la vida… menos a la muerte
Desde ese día y hasta la semana pasada, tuve el valor de volver a caminar sobre esa banqueta. Me daba indignación saber que al día siguiente de ese asesinato, la gente pasaba sobre el metro cuadrado donde pereció el acusado; sin importar más que el momento de llegar a tiempo al trabajo. No podía, terminé por aceptar que, en mi caso, era una mezcla entre respeto por el alma de esa persona que jamás conocí, y por miedo a los espíritus (ya ven, cosas de cachurecos que se le meten a una). Quizá fue mi forma de protesta ante semejante suceso.

En todo caso, ¿quién terminó siendo más o peor malhechor?
No defiendo a los ladrones, considero simplemente que no podemos tomar justicia por mano propia. Hasta la fecha, no sé si realmente se logró comprobar que el finado realmente se dedicaba al “motoasalto”.

Muy a pesar de haber sido víctima de un asalto a mano armada (sí, de esos “motoasaltos”), muy a pesar de haber sido testigo en dos ocasiones diferentes de cómo cuatro motoristas despojaron de sus celulares a los pilotos de automóviles, mientras estos esperaban el cambio de color en las luces, y ante la mirada indignante e impotente de más de 100 personas que esperábamos abordar en una de las estaciones del transmetro; y en otra ocasión, mientras realizaba el recorrido en el mencionado transporte, de regreso a mi casa, otros cuatro motoristas hacían (también) su recorrido por la séptima avenida de la zona 9, con el resultado mínimo de unos 4 celulares en sus mochilas.

Pero muy a pesar…
Muy a pesar de eso, y sabiendo que ninguno de esos motoristas se tocará el alma, y en cualquier momento atentará contra la vida de cualquier conciudadano, muy a pesar de eso, considero que no es la forma de mitigar la plaga de los “motoasaltantes”.
Más bien, debemos exigir soluciones más viables para todos, incluso, para los mismos malhechores. Eso, eso compañeros y compañeras, solo lo lograremos el día que comprendamos que unidos y organizados, lograremos mejorar uno de tantos males que aquejan a esta nación.

*Columnista Invitada.

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