jueves, 27 de junio de 2013

La historia de un desconocido


Por: Natali Barrios. 

"Recuerdo que mi padre me dijo, ya vez, hay gente que está pasándola muy mal y que tienen problemas graves y ahí están luchando, y a veces nosotros por un pequeño inconveniente hay estamos quejándonos".
 
Cuantas historias, cuantos amigos, cuantas aventuras al viajar en un bus extraurbano en mí Linda Guatemala.

Como dijo el Chavo del Ocho, sin querer queriendo, un gran número de guatemaltecos a diario utiliza el servicio de trasporte público. ¡Ah!, y yo como estudiante, también he viajado infinidad de veces, que por ir a la escuela, luego viajar a la secundaria, después para ir al colegio a sacar mi “carrera”, y en los últimos cinco años, para ir al trabajo y a la universidad. Y en todo ese tiempo he vivido buenas y malas experiencias.
Bueno creo que no contaré todas las anécdotas que tengo pero todas son historias muy buenas. Profundizaré en una que me dejó una buena enseñanza, regresaba de Mazatenango, Suchitepéquez, cansada no por haber estado en la universidad, sino porque un día antes me había desvelado haciendo unas tareas. Como “toda” estudiante educada, saludé y pregunté a un señor como de 55 años, que si el asiento cerca de él estaba disponible, amablemente me dijo acomódese “seño”.

Al sentarme me recosté sobre el sillón que era algo cómodo, porque viajaba en una pullman algo deteriorada, vieja pues, pretendía cerrar los ojos cuando el don me dijo: ¿Está muy cansada seño?, me enderecé y le respondí: un poco, -a bueno- susurró, ¿y para dónde va pues?, le respondí: para mi casa, en Pajapita, San Marcos, ¿y usted?. le dije, ah yo voy a adornar a mi papá que mañana domingo cumple dos meses de haber fallecido, me confesó. Y así empezó nuestra platica que duró dos horas y media, hasta que el llegó a Finca Las Victorias de Colomba, C. C. Quetzaltenango, que era su destino. Su aspecto era bastante humilde, un hombre de buen corazón, que en el tiempo del viaje se sinceró y lloró contándome que estaba muy triste, porque su esposa había fallecido hace un año a consecuencia de una enfermedad terminal, por lo que habían pasado una navidad amarga, me dijo. Luego en semana santa su único hijo había muerto ahogado en una playa, y después su padre había fallecido.

Tengo deudas seño, para atender la enfermedad de mi esposa yo hice un préstamo, estoy triste por la pérdida de mi hijo, estoy cansado de la vida. El sueño que yo tenía desapareció al escuchar cada palabra que el don me confesaba, sin saber que decirle por la magnitud del problema que el enfrentaba le repliqué: no sé si pueda imaginarme todo el dolor que usted siente, pero déjeme decirle que Dios jamás nos dará un dolor que no podríamos superar, sé que es fuerte todo lo que esta viviendo, pero debe ser fuerte, le dije. ¡Ay seño, cómo cuesta!, la verdad es que tengo otras dos hijas, pero ellas ya están casadas, ya tienen su propia familia, él único que se queda volando soy yo, hasta he pensado que ya de nada sirve que yo esté en este mundo.

Sentí que ese don ya no aguantaba más y me imaginé lo peor, mire le dije: su esposa y su hijo que sé que usted quiere mucho, no desean verlo sufrir, usted debe tener fe y confiar mucho en Dios, saldrá adelante.

Gracias seño, me dijo, mire yo necesitaba hablar con alguien, gracias por escucharme, yo sé que no la deje dormir durante el viaje, pero créame que aunque usted es una persona joven, me ayudó. Yo pensaba cometer una locura, esta noche, pero creo llorar y contarle mi situación me hizo bien.

Yo quedé perpleja, y medité, que a pesar de que ya no me dio tiempo ni preguntarle su nombre, ese hombre desconocido me había contado una verdadera historia de vida, él era todo un ejemplo de padre, por todo lo que luchó, para que su esposa sobreviviera, pero la ciencia médica no pudo.

En el resto del viaje que me quedaba no pude pensar en otra cosa que fue la plática que tuve con ese pasajero desconocido que en dos horas y media, me había contado parte de su vida. Llegué a la casa y le conté a mi familia lo sucedido. Recuerdo que mi padre me dijo, ya vez, hay gente que está pasándola muy mal y que tienen problemas graves y ahí están luchando, y a veces nosotros por un pequeño inconveniente hay estamos quejándonos.

Esta historia conmovedora quedó marcada en mi mente eternamente, siempre la he contado y compartido verbalmente pero ahora que la escribo me doy cuenta que tengo tantas historias de cada viaje que he hecho en los buses de trasporte colectivo. 


¡Déle, Déle, pa´delante dijo el ayudante!

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