viernes, 3 de mayo de 2013

La esclavitud de lo silvestre

Por: Jimmy Cárdenas.

"Rápidamente reflexioné unos segundos y me pregunté si realmente las autoridades ven este tipo de negocios, donde la vida silvestre se ofrece como cualquier mercancía preciada".
 
Son las ocho de la mañana en punto en el mercado Central de Mazatenango; cientos de personas van y vienen, todas muy apresuradas, unas compran otras venden, los gritos desbordantes para ofrecer algún producto es lo que más resalta, algunos hasta cantan y otros utilizan megáfonos u otro artefacto para alterar la voz y llegar al oído de sus clientes.

Es muy temprano, pero el calor ya es sofocante. El verano ya está casi despidiéndose pero el fuerte sol y el calor intenso es lo que caracteriza a este lugar. El mercado de la Terminal Vieja históricamente ha sido el más pujante económicamente, el más fuerte de la zona suroccidental de Guatemala.Caminando por este sector un buen domingo de descanso en búsqueda de frutas y verduras para cambiar la dieta y dejar de comer carnes, me preparaba para retírame de aquel agitado lugar cuando los gritos de los comerciantes se opacó, un grito de auxilio salía de cajas de cartón y jaulas de metal muy pequeñas, me acerque un poco y muy cerca donde me encontraba había una venta de animales, varios animalillos que intentaban escaparse del aquel terrible lugar, eran muchos pero los que más abundaban eran conejos, tortugas, palomas, tacuazines, mapaches, loros, pericas e iguanas.

Todos huéspedes de aquel incomodo lugar. Me encontraba frente a una venta me animales salvajes, que fueron arrancados de su habitad natural por cazadores furtivos que por el amor a algunos centavos destruyen nuestra fauna.

¿Cuánto ofrece por el lorito? expresó la vendedora, ¿a como los tiene? pregunté. Depende me dijo la señora, que le colgaba un delantal rojo lleno de monedas y billetes producto de las ventas, ¿Sólo estos animales tiene? Volví a preguntar con voz negociante, si encarga con tiempo, podemos traerle gavilanes, guacamayas, tortugas y hasta monos, detalló la señora.

Rápidamente reflexioné unos segundos y me pregunté si realmente las autoridades ven este tipo de negocios, donde la vida silvestre se ofrece como cualquier mercancía preciada. ¿Dónde está el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap)? Que es el encargado de velar por este tipo de actos ilícitos. ¿Dónde está el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona), que depende de la Policía Nacional Civil? ¡Brillan por su ausencia!

Me retiré de aquel lugar sin ningún animal entre mis manos, pero si con rabia y a la vez tristeza al ver a tantos animales enjaulados, como si fueran presos purgando condenas de por vida, en vez de estar en esas jaulas incomodas, estos bellos animales estarían tiñendo el cielo de verde y rojo. Tengo coraje rezagado al ver los platillos típicos que se elaboran en casi todos los mercados de Guatemala con la carne y huevos de las indefensas iguanas. En vez de estar en recipientes bañadas de especias y un recado mal cocinado, deberían de estar adornando los arboles en cualquier vereda de mi bella Guatemala.

Ya basta de comprar y vender animales silvestres, dejémos que vuelen libres, que corran que anden y que griten pero en su habitad natural, ya basta de vender animales salavajes, ellos merecen vivir a plenitud, no son delincuentes, ¡son animales y merecen vivir en libertad!

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