jueves, 23 de mayo de 2013

Filo en los dientes



Por: Luis Villagrán.

"...yo creo que la juventud, nuestra juventud está siendo más que forzada a abandonar nuestro espíritu. Ahora comprendo porqué hay que irse".



La última vez que vi a Javier Wieder fue hace tres años, cuando se marchaba definitivamente del país rumbo a no sé qué lugar. “Me voy”, y no dijo nada más. En ese entonces tenía apenas 23 años y ya sabía de sobremanera que no iba a regresar. ¿En qué consiste la poesía Javier?, le preguntaron una vez. No lo sé dijo, Javier, no lo sé, puede que sea un viaje eterno para nunca regresar o una revelación o que se te aparezca la Virgen. Entonces a Javier le entró nausea y se puso a vomitar. Era uno de esos chavos que mirás a los ojos y le brillan de nostalgia. En una ocasión preguntó si a alguien le gustaba el box, más de alguien respondió que sí, estamos todos confinados a esta vida a boxear, pero nos hay que retirarse a tiempo siendo joven para aun poder gozar. En eso hay mucha razón respondió Javier sacando un cigarro llevándoselo a la boca.


De vez en cuando lo veía caminar por las calles del centro junto con su novia, una chica agradable y delgada. Por lo visto a Javier le gustaban las mujeres de pelo negro y cierto misticismo. A veces intentaba saludarle o sólo lo veía pasar, o de repente cuando miraba sólo levantaba la mano en señal de adiós, nunca un hola, sino un adiós. Creo que Javier siempre se estuvo despidiendo, uno no sabe identificar esas cosas hasta cuando las personas ya no están. Bien me decía Franco cuando se fue que no es bueno voltear a ver atrás porque así no se extrañan a las personas y razón tenía.



Unas semanas antes de irse, me hizo un regalo: un folder. No lo saqués hasta cuando definitivamente ya no me veas y después lo quemás, fue su instrucción. De acuerdo, le respondí, pero das vuelta en la esquina y ya no te veré. No seas mula, dije que hasta cuando definitivamente no esté. De acuerdo Javier. Nos vemos pendejo. Orale.



Se fue y entonces abrí el folder: unas hojas sueltas que contenían poemas. Los leí poco a poco y eran más bien pequeñas cartas de despedida para un pueblo gris, pero el que más recuerdo se llamaba filo en los dientes. Decía algo más o menos así:


Nosotros los de ahora

Al final de cuentas

Morderemos.

Es nuestro destino.



Si se acaban las uñas

Para rasgar las paredes

Aun tenemos el precioso

Filo de nuestros dientes

Para herir la cárcel

Y hacer ese pequeño

Túnel donde se escapa

El ojo.



Nuestro destino es ver.

El destino es morder

Para nosotros los de ahora

Que no sabemos hacer otra

Cosa más que ser felices.



Eso es todo lo que recuerdo, yo creo que la juventud, nuestra juventud está siendo más que forzada a abandonar nuestro espíritu. Ahora comprendo porqué hay que irse.

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