viernes, 19 de abril de 2013

El martirio de las consultas externas


Por: Melvin Jacinto Popá

Buscar atención médica en Guatemala puede convertirse en algo más que un suplicio. Salir en la madrugada, esperar un autobús para viajar, en el mejor de los casos, porque hay comunidades en donde un picop de modelo antiguo y con barandas suele ser la única forma de transportarse, a pesar de todo el peligro que corren los pasajeros por imprudencia de los choferes o por el mal estado de las carreteras.

Luego por la pobreza, característica de nuestra nación, son muchos los ciudadanos necesitados de acceder a los servicios de salud, hay que pasar mucho tiempo haciendo colas para tomar un número y esperar la casi interminable tortura de tiempo antes de ser atendido. Y debido a que regularmente son más mujeres que hombres las que buscan atención médica, los niños son otras víctimas colaterales del tormento.

A lo anterior súmenle que el médico que tiene que atender al enfermo se fue, esta de mal humor o efectúa un chequeo superficial. Y si es atendido el paciente se topa con la cruda realidad acerca del eterno desabastecimiento de medicinas que agobia al sistema de salud, por malos manejos, incumplimiento de deberes, corrupción o burocracia.

Situaciones como las anteriores demuestran los muchos casos que a diario se dan en las consultas externas de los hospitales nacionales del país, situaciones que ya se consideran normales por las autoridades encargadas de velar por la salud de la población.
 
Derecho a la salud es el título del Artículo 93 de la Constitución Política de Guatemala, que indica que el goce de la salud es derecho fundamental del ser humano, sin discriminación alguna. Contexto que no es reflejado en las políticas de gobierno, dado que la población cada día experimenta falencias en los servicios de salud.

Los hospitales nacionales son establecimientos destinados a proporcionar una asistencia médico-clínica desarrollando funciones preventivas, rehabilitadoras, formativas y de investigación. Lamentablemente, en nuestra realidad es una fantasía que deslumbra el escenario cruel que los guatemaltecos viven a diario en los hospitales públicos.

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