Por: Gustavo Vicente.
Con esta columna continuaré el ejercicio de analizar obras de artistas nacionales, tarea que todas y todos deberíamos realizar a menudo para comprender mejor la función de esta valiosísima herramienta de transmisión de conocimientos.
En esta ocasión tomaré como referente el trabajo que desde hace más de diez años ha venido realizando el artista de grafiti: Edvin Rolando Revolorio Ortega, mejor conocido como Rolando la Tinta, quien además de ser grafitero también participa en otras manifestaciones artísticas como el tatuaje y el rap.
Con 26 años de edad Edvin es originario de El Adelanto, Jutiapa, y al igual que muchos guatemaltecos ha migrado a varios departamentos del país en busca del sustento diario, fue de esta manera como llegó hace más de seis años a la ciudad de Quetzaltenango, donde reside en la actualidad. Étnicamente Rolando se auto identifica maya y explica que utiliza el grafiti como medio de expresión por la misma falta de expresión que hay en nuestro país y por el Derecho Humano que todos y todas tenemos de manifestarnos.
Las obras de Rolando la Tinta presentan temáticas de tipo ambiental, político, histórico, problemas socioculturales y cosmovisión maya. Revolorio indica que todos los que se dedican al arte grafiti de seguro han tenido más de algún problema, ya sea con las autoridades o por la mala interpretación que le da la gente “que no nos conoce”, según sus propias palabras. Los trabajos del Tinta, como algunos lo llaman, se pueden encontrar en las calles de varios puntos de la república, de oriente a occidente y de costa a costa.
Entre los abundantes trabajos que Edvin ha realizado me llamó mucho la atención uno que se encuentra en el centro
El grafiti al cual me refiero recrea una de las escenas más duras y comunes de la rutina diaria de los guatemaltecos: una niña pidiendo limosnas en la calle. Con la proyección de esta imagen Rolando hace un llamado a la consciencia de la población acerca de lo que le estamos haciendo a nuestra niñez, pues la explotación infantil es una situación indignante a la que nos hemos malacostumbrado y peor aún nos hemos vuelto cómplices de ella.
¿Cuántas veces hemos comprado chicles, tortillas, o cualquier otra mercadería a niños y niñas que en vez de estar “trabajando” deberían de estar jugando o estudiando? ¿Cuántas veces lo hemos denunciado? ¿Cuántas veces hemos callado? Que sea el corazón de cada uno el que responda. Para mí, el grafiti en esa esquina es como un grito que ninguno quiere escuchar.
Algo que atrajo mi atención fue que Rolando pintó la piel de la niña de su obra con matices grises, de esta forma no solo transmite el concepto de que la explotación es algo nefasto, sino que también se puede interpretar como la expresión de que este hecho deleznable afecta a los infantes independientemente de su origen étnico y social. Al fondo de la imagen se pueden ver unos edificios, de uno de ellos sale humo lo cual trae a la mente la idea de industria, fábrica y urbe, lugares donde la presión de la rutina no nos deja tiempo para pensar con claridad y más bien nos induce a velar por nuestro bienestar individual y nada más.
Personalmente considero a Rolando la Tinta como uno de los mejores artistas de grafiti de Guatemala, su trabajo contiene gran calidad estética y mucha originalidad, su idiolecto artístico es bastante peculiar lo cual hace que sus trabajos sean fáciles de reconocer. El compromiso de Edvin con la educación del pueblo a través del arte es plausible y como él mismo lo dice: en Guatemala debe existir “más arte por la vida”.
Por ello, a todos esos artistas que luchan por un mejor mañana sólo les puedo decir ¡Sigan adelante que la vida se encargará de compensárselos!
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