Por: Jimmy Cárdenas.
“Hoy te quiero enaltecer milagroso ser que das parte de tu ser para dar vidas, y aún tu vida das por proteger el fruto de tus entrañas”.
“Matan a fémina”, “Encuentran a mujer desmembrada”, “Matan a embarazada”, “Violan a dos mujeres”, “Mueren lapidadas”.
Estos
son algunos titulares de matutinos en Guatemala, que sólo reflejan el
estado de inseguridad, la desigualdad de género, el machismo, el
descuido y las falta de voluntade política que manifiestan que en
nuestro país ser mujer es un reto. Hoy no escribo una columna para
seguir quejándome de los problemas socioeconómicos que tenemos en
Guatemala, de los miles que existen.
Quiero
dedicar estas líneas a todas aquellas bellas mujeres, que día tras día
buscan el desarrollo individual o colectivo, estoy seguro que estas
líneas no la leerán muchas mujeres del área rural donde poco se sabe de
tecnología, pero estaré lanzando una oración al infinito, a las
estrellas, a los ángeles que me escuchan, quiero que ellos sean
portavoz de mis plegarias, para que el Divino Creador las guíe, las
proteja, las bendiga y les siga dando entendimiento ya que ellas son el
pilar fundamental de un núcleo familiar.
Ojos
risueños, dulce tu aroma;
como agua agitada
en el océano mi amor
por ti navega,
preciosa como la Rosa,
mujer hermosa manos de seda,
serena como la aurora,
hoy te quiero enaltecer
milagroso ser que das
parte de tu ser para dar vidas,
y aún tu vida das por proteger
el
fruto de tus entrañas.
Manos
que forjan
en hora buena,
tu sabiduría se desliza
como brisa o rocío
frente el alba,
consejera de mil maneras,
tus regaños consejos de
literario,
tus palabras promesas
en mi plegaria,
tu voz resuena como
trompeta
de ángel que en mí rebota.
Mujer
hermosa
hasta el jardín umbroso
que cultivo en mis sueños cuidas,
no te
cansas todo el día,
estás despierta noche y día,
eres vigilante en los
silencios,
atenta a tus hijos,
mujer protectora,
vinisteis a traernos
paz y alegrías,
¡dulce señora!
Eres
igual a un árbol
cuya fronda llena
de nidos nos protege y canta.
Todos
mis cariños se dispersan,
y todos mis rosales se deshojan,
y todas las
fragancias se me alejan.
Sólo me quedas tú,
piadosa y noble,
como nombre
de amor
entre mis quejas,
como hilo de agua
en el desierto,
como rosa
de luz entre la selva.
Llama
siempre a tu madre
cuando sufras,
que vendrá muerta o viva;
si está en
el mundo,
a compartir tus penas;
y si no, a consolarte desde arriba.
¡Felicidades a todas las madrecitas en su día!
“La mano que mece la cuna, es la mano que gobierna al mundo”. - W. S. Ross.
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