Por: Julia Damacio.
Un bosque de aromáticos pinos o una playa de olas cristalinas, consigue defensores sin esfuerzo. Un estanque de agua lleno de lechugas invasoras y unas aves grises es menos carismático. Y menos emblemático un montón de árboles “sin gracia”. ¿Es la belleza necesaria para defender un ecosistema?
Guatemala
cuenta con el departamento norteño de Petén, fronterizo con México y
Belice, y considerado uno de los últimos pulmones ambientales de
América. Pero ¿cuánto tiempo durará siendo eso? Al paso que vamos, mis
estimados lectores, no creo que dure mucho. Debemos actuar.
Sólo
en noviembre de 2012, Guatemala se vio afectada por incendios que
consumieron más de 2 mil 200 hectáreas de bosques, mismos que han
aumentado en gran manera este año. Hasta hoy, según la Coordinadora
Nacional para la Reducción de Desastres – CONRED – informó que se habían
registrado 16 incendios en Petén. Algunos de éstos han ocurrido,
incluso, en zonas consideradas como “áreas protegidas”.
A
causa de la imparable pérdida de árboles en todo el mundo, no sólo en
Guatemala, el calor se intensifica. Cada verano es más fuerte. Los rayos
del astro sol penetran con mucha fuerza en la piel, la queman. Sin
embargo, la pérdida de árboles no se debe únicamente a los incendios
forestales, en gran parte, también se debe a la desmedida tala ilegal.
Ahora
yo te pregunto, ¿te importa que en Guatemala se pierda semejante
cantidad de árboles? ¿Colaboras con la pérdida o la recuperación de los
árboles? ¿Estas consiente de la importancia que tiene un solo árbol, y
no digamos miles? ¿Qué haces al respecto?
Muchos,
la mayoría me atrevo a decir, no tienen conciencia de la importancia de
la naturaleza, y en este caso de los árboles. Y los que sí la tienen,
serán de los que creen que es importante, pero no pasa nada con que se
pierdan “unos cuantos árboles”, y es increíble que se conciba ese
pensamiento tan indiferente ante esa problemática, que puede llegar a
acabar con nuestro hogar. Déjenme decirles que he escuchado dichos
comentarios, y decepcionan.
En
una de mis publicaciones, les comenté sobre un amigo que tuve desde
niña (un árbol que hubo frente a mi casa); él fue muerto en manos de
alguien que no le importó el exceso de calor que sin él produciría.
Debemos
tomar acciones, cartas en el asunto como se dice comúnmente. Si el
gobierno no hace nada con resultados rápidos, si la entidades encargadas
de la preservación del medio ambiente tampoco hacen nada (al menos yo,
no he visto resultados de su “trabajo”), empecemos nosotros en nuestro
hogar.
Sembremos
árboles en algún espacio del lugar donde vivimos (me incluyó), y los
que no tienen espacio en casa, busquen un lugar en su comunidad, en su
ciudad, donde quiera que se encuentren. Comuníquese con sus vecinos,
organícense para recuperar la verdosidad de su comunidad, cuénteles la
cantidad de árboles que se pierden a diario en nuestro país. Dígales
cuán necesario es poder tener un árbol donde resguardarse del extenuante
sol.
Y
más aún, haga conciencia sobre qué lugar heredará a sus hijos para que
vivan. Un lugar sin árboles, sin aire puro, sin agua, sin animales
exóticos… realmente es una infinidad de cosas las que se pierden, no
sólo los árboles.
Soy un poco necia, y vuelvo a decirlo: ¡SEMBREMOS ÁRBOLES, REFORESTEMOS! Es en serio. Defendamos nuestro hogar, la madre tierra necesita de nosotros, sus hijos.
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