Por: Gustavo Vicente
"Como consecuencia las nuevas generaciones terminan enterándose de lo concerniente a la sexualidad y a las prácticas sexuales por medio de personas que pueden ser las menos idóneas para hacerlo".
Desde
tiempos de antaño en nuestra cultura el tema de la educación sexual ha
sido causante de revuelo entre la sociedad, ya sea por convicciones
religiosas, psicológicas o sociales. Todo lo referente a la sexualidad,
entendida como el conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que
caracterizan a cada sexo, ha sido procesado como si se tratara de algo que
está prohibido mencionar, algo de lo que no se puede hablar porque es
“delicado”, un tabú.
Cuando hablo de educación sexual me refiero a la enseñanza,
la difusión y la divulgación de los elementos que forman parte de la
sexualidad humana: el cuerpo, las emociones, los valores sociales, la
orientación sexual, las relaciones sexuales, la reproducción, la planificación familiar y el uso de anticonceptivos, los derechos sexuales y los derechos reproductivos, entre otros aspectos de la sexualidad humana. Todo esto es transmitido con el objetivo de alcanzar una salud sexual y reproductiva que sea satisfactoria.
En la sociedad guatemalteca se da el caso que por diferentes motivos la población no se siente cómoda al momento de hablar sobre esta temática. En teoría los padres deberían ser quienes hablen sobre educación sexual a sus hijos, pero en la práctica la mayoría de los padres se sienten penosos de hablarles a sus vástagos sobre todo lo referente a la sexualidad humana. Como consecuencia las nuevas generaciones terminan enterándose de lo concerniente a la sexualidad y a las prácticas sexuales por medio de personas que pueden ser las menos idóneas para hacerlo.
La
falta de educación sexual en nuestro país puede ser considerada como
una deficiencia del sistema de Salud pública. Los efectos de esta
circunstancia se hacen notar con casos como el incremento de embarazos
de niñas y adolescentes en nuestro país, los cuales según datos del
Ministerio de Salud Pública muestran una línea ascendente con 41,529
embarazos en niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años en 2009, seguidos de 45,048 en 2010 y de 49,231 en 2011, este último caso representa un promedio diario de 135 embarazos.
Estando
así la situación solo me queda decir que ya sea por la actitud
recalcitrante de los padres de negarse a hablar sobre educación sexual a
sus hijos, o ya sea por la falta de voluntad de las autoridades del
sistema de salud pública, el deterioro de la salud colectiva a causa de
nuestra escasa educación sexual se ha vuelto una situación evidente en
nuestro país. Por ello, urge que se implementen programas para informar
a la población en general sobre todo lo relativo a la sexualidad. A mi
criterio la educación sexual debe iniciarse en el hogar y la comunidad,
continuando en todos los niveles de la educación sistemática.
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