Por: Luis Villagrán.
"...yo creo que la juventud, nuestra juventud está siendo más que forzada a abandonar nuestro espíritu. Ahora comprendo porqué hay que irse".
"...yo creo que la juventud, nuestra juventud está siendo más que forzada a abandonar nuestro espíritu. Ahora comprendo porqué hay que irse".
La última vez que vi a Javier Wieder fue
hace tres años, cuando se marchaba definitivamente del país rumbo a no sé qué
lugar. “Me voy”, y no dijo nada más. En ese entonces tenía apenas 23 años y ya
sabía de sobremanera que no iba a regresar. ¿En qué consiste la poesía Javier?,
le preguntaron una vez. No lo sé dijo, Javier, no lo sé, puede que sea un viaje
eterno para nunca regresar o una revelación o que se te aparezca la Virgen. Entonces
a Javier le entró nausea y se puso a vomitar. Era uno de esos chavos que mirás
a los ojos y le brillan de nostalgia. En una ocasión preguntó si a alguien le
gustaba el box, más de alguien respondió que sí, estamos todos confinados a
esta vida a boxear, pero nos hay que retirarse a tiempo siendo joven para aun
poder gozar. En eso hay mucha razón respondió Javier sacando un cigarro llevándoselo
a la boca.
De vez en cuando lo veía caminar por las
calles del centro junto con su novia, una chica agradable y delgada. Por lo
visto a Javier le gustaban las mujeres de pelo negro y cierto misticismo. A veces
intentaba saludarle o sólo lo veía pasar, o de repente cuando miraba sólo
levantaba la mano en señal de adiós, nunca un hola, sino un adiós. Creo que
Javier siempre se estuvo despidiendo, uno no sabe identificar esas cosas hasta
cuando las personas ya no están. Bien me decía Franco cuando se fue que no es
bueno voltear a ver atrás porque así no se extrañan a las personas y razón
tenía.
Unas semanas antes de irse, me hizo un
regalo: un folder. No lo saqués hasta cuando definitivamente ya no me veas y
después lo quemás, fue su instrucción. De acuerdo, le respondí, pero das vuelta
en la esquina y ya no te veré. No seas mula, dije que hasta cuando
definitivamente no esté. De acuerdo Javier. Nos vemos pendejo. Orale.
Se fue y entonces abrí el folder: unas
hojas sueltas que contenían poemas. Los leí poco a poco y eran más bien
pequeñas cartas de despedida para un pueblo gris, pero el que más recuerdo se llamaba
filo en los dientes. Decía algo más o
menos así:
Nosotros los de ahora
Al final de cuentas
Morderemos.
Es nuestro destino.
Si se acaban las uñas
Para rasgar las paredes
Aun tenemos el precioso
Filo de nuestros dientes
Para herir la cárcel
Y hacer ese pequeño
Túnel donde se escapa
El ojo.
Nuestro destino es ver.
El destino es morder
Para nosotros los de ahora
Que no sabemos hacer otra
Cosa más que ser felices.
Eso es todo lo que recuerdo, yo creo que
la juventud, nuestra juventud está siendo más que forzada a abandonar nuestro
espíritu. Ahora comprendo porqué hay que irse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario